Otra de las características de la comida italiana es que utiliza productos frescos, tanto la pasta como las frutas y verduras. Estas tienen un papel clave en la dieta italiana, y ayudan a que sea mucho más saludable que otras cocinas. Pescados como el atún fresco y carnes como la ternera, el buey o el osobuco pueden ser el colofón perfecto a la comida en cualquier restaurante italiano.

Si son fieles a la tradición italiana, estos restaurantes ofrecen un menú en cuatro tiempos. Se empieza con los antipasti, una especie de aperitivo como las focaccias, provolones, embutidos como la bresaola, etc. A continuación, llegan el primer y segundo plato para acabar con el dolce, el postre. Cada región italiana tiene sus postres, como la tarta genovesa, los canoli sicilianos o las sfogliatelle napolitanas, aunque el tiramisú, la panna cota o los gelatos son postres que se pueden encontrar en todo el país, y que tampoco faltan en los restaurantes italianos.