En cualquier rincón del mundo se puede disfrutar de una buena pizza. Italia, concretamente la ciudad de Nápoles, es la cuna de la pizza, seguramente el elemento más universal de la cocina italiana. De los pies del Vesubio a los cinco continentes, es un plato universal, con infinitas recetas que hacen que cada pizza sea única.
A continuación, comienza un viaje con la pizza a través de la historia, desde sus orígenes a la actualidad; se pueden encontrar pizzerías en los lugares más remotos o cada uno puede prepararla en su casa.
Cuándo se inventó la pizza
La pizza, tal y como se conoce hoy en día con la base de tomate, se remonta al siglo XVII. Cuando el tomate llegó a Europa procedente de América, un siglo antes no se comía, pues se consideraba venenoso y únicamente tenía funciones decorativas. Sin embargo, ya entrado el siglo XVII, un campesino napolitano decidió acompañar su pan con tomate… y sobrevivió. El boca a boca y la pobreza hicieron el resto. La voz se corrió y los napolitanos más humildes preparaban la masa en casa y la llevaban a hornear al panadero.
El éxito de esta nuevo manjar fue tal que rápidamente apareció el gremio de pizzeros napolitanos al margen del de los panaderos. Ellos mismos se encargaban de preparar la masa y hornearla. La gente se llevaba la pizza a casa o disfrutaba de ella en la calle, donde irrumpieron los vendedores de pizza ambulantes. Era una pizza simple, compuesta por masa, tomate y queso. Los vendedores de espaguetis pusieron su granito de arena añadiendo el tomate a la masa para ofrecer un producto diferente a las pizzas blancas.
Los orígenes de la pizza
Porque aunque la pizza apareció en la Nápoles del siglo XVII, sus antecedentes se remontan miles de años atrás. Etruscos, griegos o romanos ya comían panes planos, al estilo de las focaccias, un plato de origen etrusco. Se les añadía queso, cebolla, ajo o plantas aromáticas. Incluso en Persia había un pan plano con queso fundido y dátiles. Además de las focaccias, panes planos como la piadina, la farinata o fainé o las panelle, percusores de la pizza, han sobrevivido al paso del tiempo hasta llegar a la actualidad.
Antes de que se empezase a consumir el tomate, en Nápoles, ciudad más poblada del sur de Italia en el momento de aparecer la pizza, ya existían las llamadas pizzas blancas a base de ajo, perejil y aceite. Se sabe que estos panes ya existían en el siglo I.
Desde un punto de vista etimológico, la palabra «pizza» procede del latín pinsa. Es el participio pasado de pinsere, un verbo que puede traducirse por «machacar» o «aplastar», curiosamente lo que se hace al elaborar la masa de la pizza.
La expansión de la pizza
Hay dos momentos clave en la expansión de la pizza. El primero, la extensión por Italia. Por una parte, la inmigración del pobre sur al boyante norte contribuyó a popularizar este plato por toda la península Itálica. Por otra parte, la reina Margarita de Saboya popularizó a partir de 1889 una pizza a base de albahaca, queso y tomate, cuyos colores verde, blanco y rojo eran similares a la tricolore italiana.
El segundo momento determinante para la evolución de la pizza a través de la historia coincide con su llegada a América. La emigración italiana a Estados Unidos, especialmente a Nueva York, con asentamientos de italianos como Little Italy, la popularizaron en el periodo de entreguerras. El regreso de los combatientes de la II Guerra Mundial que la habían probado en Europa hizo el resto para que el alimento de los pobres campesinos napolitanos sea, a día de hoy, un plato global e icono de la cocina italiana.